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Monday, May 4, 2009

Nuestros lectores quieren hablar... sobre su visión de la conmemoración


Sentados frente al discursante. Oyendo muy atentos cada palabra. Anotando cada expresión como si guardaran el elixir que luego los salvaría. El silencio se esparce. Parecen atados al asiento. Moviendo levemente sus cabezas con gesto afirmativo. La voz del discursante es segura y estable. Sus palabras son tan poderosas que no pueden mirar hacia atrás. Parecen inermes. Pero ellos saben muy bien que solo quieren parecer inermes. El discurso se repite. Las palabras del discursante vuelven. Los oyentes parecen no darse cuenta de la repetición. Vuelven a escuchar las mismas palabras una y otra vez. Sin embargo siguen anotando, como si fuera algo nuevo.

Ahora el discursante se desdice. Los oyentes tachan y anotan de nuevo palabras desconocidas. Muchos no entienden, otros parecen dudar. Sin embargo siguen atados a sus butacas y sin mirar hacia atrás. Vuelven a su letargo. Siguen escuchando. Siguen creyendo en el discursante.
De repente, alguien mira hacia atrás. Los demás oyentes tratan de no prestarle atención, pero lo miran de reojo. El destello de su rostro dice todo. Ahora se levanta y camina hacia la salida, nada lo detiene… uno menos.

El discurso sigue. El discursante trastabilla con sus palabras, pero continúa. A los pocos minutos parece como si nada hubiera ocurrido. Los oyentes toman su lapicera y vuelven a su anotador. El discursante parece una sombra muy oscura que se posa en cada uno de sus oyentes. Una sombra que tambalea, hace giros inesperados, que se esconde y que luego desaparece. Una sombra que parece enojada por alguna razón. El discursante es una sombra.

El discurso parece infinito. Pero todo dependerá de sus oyentes. Sin oyentes el discurso se acaba.
Alguien más se levanta y se encamina hacia la puerta, su rostro brilla, sus ojos brillan… uno menos.

Detrás de todos ellos está la hoguera, el fuego. Y delante del fuego el discursante con su doble rostro, con sus garras afiladas, con sus tres ojos rojos, y sus doce cuernos. Cuernos que multiplica por doce y por doce…

La sombra que proyecta la hoguera es la que ven los oyentes. Pero la sombra no es la misma. La sombra parece luz. La sombra engaña y son pocos los oyentes que se dan cuenta.

Detrás del discursante y de la hoguera esta la salida y depende de cada oyente encontrarla. No está tan lejos. Pero las sombras nos encadenan y nos quitan las esperanzas. Nos amoldan y piensan por nosotros. Nos asfixian y nos puede matar.

La caverna esta cada más vacía… uno menos.

(contribuido)

2 comments :

John Henry Kurtz said...

La Conmemoración que celebran anualmente los testigos de Jehová, no deja de ser una reunión pura y dura de mercadotécnia..., ¡dirigida a vendedores de un producto y preveer el mercado futuro de clientes!

El Governing Body Bank sólo piensa en esto, ¿cómo transformar el esfuerzo colectivo de los pardillos de los publicadores de congregación, en bienes raíces y dinero contante y sonante! ¡Estas son las cosas que les dan poder a ellos!

¿Y las enseñanzas de Jesús? ¡Son la etiqueta del producto que venden!

Anonymous said...

Hola, esta lectura me parece muy interesante, y es muy cierto, no tengo las cifras de los anuarios, pero me imagino que la asistencia ha decaído mucho a través de los años. Tengo fuera de la organización casi 22 años, y aunque he intentado volver, más que todo por presión familiar, no me he terminado de animar, sobre todo cuando me doy cuenta de las cosas que pasan y comenta mi familia testigo. Hay un salón del reino a una cuadra de mi casa, y cada vía que paso por ahí durante las reuniones, noto que cada vez hay menos personas, hace 3 años fue mi ultimo intento de volver, y cuando iba, no encontraba donde sentarme, ahora, la cantidad de personas no llenan ni la mitad de los asientos. No era que el crecimiento de la organización era una de las señales de que era la "Verdad"? Desde Venezuela

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